Portrait of cheerful Caucasian female student wearing eyeglasses using laptop in cafe for studies or networking and smiling
Si sos docente y la pandemia te presentó un escenario difícil para continuar con tus actividades y formar alumnos, te propongo que nos acompañes en esta nota para conocer cuáles son las mejores formas de adaptarte a la virtualidad y, así, poder dictar todo el contenido de la materia sin resignar calidad educativa en tus clases virtuales. Quién te dice, quizás, luego de este proceso, decidas incorporar las ventajas de la virtualidad a la modalidad tradicional.
“Las especies que sobreviven no son las más fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio” Charles Darwin.
Ya vimos cómo el avance de la tecnología es capaz de mejorar las metodologías de trabajo y, así, ayudarnos a mejorar la productividad de los equipos, pero… ¿qué ocurre con la educación?, ¿podemos en medio de un estado de confinamiento masivo producto del COVID-19, formar alumnos como si nada hubiese sucedido? ¿cómo hacemos las clases virtuales?. La respuesta a estas interrogantes es sencilla y no se ciñe exclusivamente a la educación. Si estás dispuesto a aprender nuevas herramientas, a mejorar tus procedimientos y a incorporar tecnología y sus bondades, ninguna crisis podrá detener tu camino. Y más aún, pasada la crisis, tus lecciones aprendidas se convertirán en un factor diferenciador, sea cual fuere el ámbito en el que te desarrolles.
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Ante el primer anuncio de cuarentena obligatoria, muchos se preguntaron si valía la pena repensar sus actividades para formar alumnos en torno al nuevo escenario, ya que solo se planteaba un horizonte de 15 días. Sin embargo, era de esperarse que no termine allí, especialmente en el ámbito educativo.
El propósito de adaptarnos a las diferentes situaciones parte obviamente de nuestra vocación docente, independientemente del contexto que atravesemos. Sin embargo, este estado de confinamiento no perjudica solo a los docentes, sino también a los alumnos. Por ello, es nuestra responsabilidad ayudarlos a atravesar el mal momento sin tanta alteración en sus rutinas, para evitar que el remedio sea peor que la enfermedad.
Sin importar dónde te encuentres ahora y qué grado de avance tengas con tu/s curso/s, es hora de poner manos a la obra y sumarte a la nueva revolución educativa.
Uno de los errores típicos cuando comenzamos con este proceso es intentar trasladar a la clase virtual las prácticas comunes en la modalidad presencial. Entonces, ¿cuál es la estrategia adecuada?
El primer paso para afrontar un proyecto de estas características es clarificar el objetivo. Para ello, tendremos que analizar dónde estamos parados, es decir, qué es lo que espera nuestro establecimiento (escuela, instituto, universidad) de los cursos y qué tan alineados estamos a ello. No sería de extrañar que nos demos cuenta que estábamos desenfocados -inclusive en la modalidad presencial- y encontremos una oportunidad de mejora permanente.
Una vez definido (o redefinido) el objetivo, es importante orientarse en no perder la esencia, es decir, que la nueva modalidad mantenga aquello que diferencie a su institución de las demás: sea la calidad educativa, el impulso del trabajo en equipo, la diversidad de pensamientos, la personalización de la educación o lo que el establecimiento considere.
Como dijimos antes, para obtener mejores resultados no debemos pensar en replicar la clase presencial, sino que será necesario pensarla de forma adaptada al nuevo formato y, así, lograremos que los alumnos accedan al conocimiento de manera efectiva.
Por su parte, los estudiantes suelen mostrarse más proclives a apropiarse del nuevo formato, pero será necesario brindarles interacciones individuales, soportes dinámicos y formatos colaborativos.
Para preparar el material de soporte, les recomendamos seguir estos consejos.
Iniciar abordando al tema en cuestión, exponiendo una problemática de la realidad que deba resolverse con las herramientas, conocimientos o técnicas que se enseñarán. Por ejemplo, si estamos preparando una clase de “análisis de procesos”, iniciar con una situación en la que la fábrica X se encuentra con un problema de capacidad y necesita estudiar los tiempos de su línea de producción, para ver si será capaz de satisfacer la demanda. De esta manera, la temática se desarrollará en un marco de utilidad que favorecerá el interés del alumno.
Una vez abordado el tema, indicar claramente los objetivos de aprendizaje y la agenda (algo así como un índice de contenidos) para la clase.
Organizar el material en módulos de aprendizaje de no más de 15 min, cambiando constantemente de dinámica, para lograr mantener la atención y actividad. Para los contenidos más complejos, en lo posible incluir videos cortos, ya sean propios (asincrónicos) o de otro autor.
Siempre que sea posible y el tema lo permita, incluir ejercitaciones prácticas (formato de respuesta múltiple o de respuesta corta) para resolver en clase, ya sea individualmente o en grupo. Estos deben tener incidencia en la nota final, con el objetivo de mantener al estudiante involucrado.
Al finalizar cada bloque temático (no más de dos o tres módulos de aprendizaje), presentar un resumen donde se repasen los principales conceptos abordados en el mismo.
Además del material que se utilice durante la clase, es recomendable compartirles a los alumnos previamente la bibliografía, videos u otros contenidos que les permitan asistir, al menos, con una base de conocimiento sobre la temática. De esta forma, podremos sacarle provecho al tiempo de clase al mejor estilo flipped classroom (aula invertida).
Ahora sí, ya preparamos todo y estamos listos para lanzarnos a la primera clase virtual de la cátedra. ¡Vamos!
Existen varias plataformas que podemos utilizar para llevar adelante nuesras clases virtuales y la mayoría tiene una versión de uso gratuito. Quizás las más utilizadas sean las de Google: Hangouts y Meets , ya que solo con contar con una cuenta de Gmail nos permite acceder a su uso y no es necesario ningún proceso de registro ni instalación de programas adicionales en la PC (si se desean utilizar en un smartphone, entonces requieren la instalación de la aplicación correspondiente). Con estas herramientas podemos hacer videollamadas (hasta 10 participantes en la versión gratuita), compartir pantalla y cuentan con un recurso de chat de soporte.
También existen otras herramientas muy versátiles como Zoom o Webex que cuentan con funcionalidades adicionales para la gestión de las clases virtuales y moderación, contando también con versiones gratuitas y pagas.
Si querés saber más sobre este tipo de herramientas, cuáles otras existen en el mercado, cuáles son sus características y sus costos, te dejamos este post que profundiza más en el tema: Best video conferencing software.
Tené en cuenta que, frente a la dificultad e inexperiencia para evaluar de la forma tradicional (o emulándola virtualmente), la participación en las clases virtuales adquiere mayor importancia que la evaluación en sí, por lo que lograrla pasa a ser el principal objetivo.
Por ello, es importante estructurar la clase para que los alumnos sean productores de contenido. Por ejemplo: en lugar de explicar un tema nuevo en la clase, subir unos días antes la explicación (video de 5/7 min grabado con la presentación previamente armada, tal cual sería la explicación en clase) y utilizar el tiempo de clase para poner en común el tema, canalizar dudas y lograr que ellos sean quienes expongan sus conocimientos.
Considerando la importancia que se le debe dar a la participación en clase, es recomendable solicitarles a todos que entren con nombre y apellido. De esta forma, para la puesta en común del material compartido con anterioridad, elegir un nombre al azar y hacerle una pregunta. En estas circunstancias pueden darse tres situaciones principales:
Por otro lado, como dijimos en la sección anterior, te sugerimos realizar ejercitaciones individuales y, especialmente, grupales. Estas últimas pueden llevarse a cabo de la siguiente manera:
La ejecución de la clase y las ejercitaciones pueden apoyarse en otros recursos digitales que son recomendables para para estas dinámicas. Por ejemplo: Kahoot! , Mentimeter , Quizizz y Nube de palabras. Todas tienen versiones gratuitas que pueden ser útiles para determinada escala.
Por último -y no menos importante-, es necesario establecer un código de conducta que deberá ceñirse a las reglas de la institución a la que pertenezcamos. Un buen ejemplo es el siguiente: http://eduteka.icesi.edu.co/articulos/Netiqueta
Una vez iniciada nuestra clase debemos monitorear constantemente la llegada que estemos logrando en los alumnos. Un buen indicador de esto vendrá dado por los ejercicios que vayamos presentando y sus resultados. Otra forma de entender qué tan interesante es nuestra exposición será la cantidad de alumnos “presentes” en la sala. Si bien el número en sí no nos brindará mucha información real (puede que algunos alumnos hayan iniciado sesión, pero no se encuentren frente a la computadora/smartphone), la variación -o no- de éste, nos permitirá saber hay interés en la clase.
En cada clase (no necesariamente al final) pueden enviarse encuestas puntuales sobre diferentes puntos críticos para una clase de calidad: el material, la dinámica, la ejercitación, la claridad de conceptos, etc. El feedback del alumno debe ser un arma fundamental en nuestro proceso de aprendizaje.
Sin embargo, cualquiera sea el resultado que vayamos observando al introducirnos en este nuevo mundo, no puede faltarnos el espíritu de mejora continua. Debemos buscar constantemente oportunidades de mejora, a partir de los conocimientos adquiridos por nosotros y, especialmente, por los estudiantes. No abandonar jamás el espíritu crítico y la búsqueda de la perfección serán los factores clave en la adaptación de nuestras aulas a la nueva era tecnológica.