La medición del desempeño de la cadena de suministro a traves de KPI de logística es un hito importante. Éste nos puede ayudar a entender como debemos hacer para que todas las operaciones dentro de la cadena de suministros giren en torno a la rentabilidad y la creación de valor para el cliente.
Este es el punto de partida para entender dónde estás parado, cuáles son los procesos claves y qué pasos seguir para lograr los resultados esperados. Todo esto lo desarrollamos a continuación.
Como inicio del análisis podemos afirmar que para que nuestra cadena de valor sea altamente eficiente deberá poder vender mucho, inmovilizar poco y tener los más bajos costos operativos. Si medimos, controlamos y mejoramos estos parámetros, vamos a estar enfocándonos en mejorar el desempeño de la cadena de suministro.
En la nota de la semana pasada vimos cómo seleccionar la estrategia adecuada para tu/s cadena/s de suministro en función de los niveles de incertidumbre gestionados. Sin importar cuál sea esa estrategia debemos tener en claro cuál es el desempeño actual de nuestra cadena de suministro, e identificar las métricas claves para tener controlados y organizados los recursos intervinientes en el flujo de la cadena.
Tener bien medido el desempeño de la cadena de suministro es clave para lograr los objetivos pero esto no significa que sea sencillo.
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Gestionar una cadena de suministro con insumos que nacen y terminan en diversos puntos geográficos del planeta requiere de coordinación y colaboración estrictamente disciplinada por parte de todas las organizaciones y grupos de trabajo de la cadena y que los procesos que intervienen sean tan eficientes como sea posible.
Además, se requiere monitorear de forma
constante y objetiva al flujo físico de los materiales, servicios, insumos y productos terminados a lo largo de toda nuestra cadena.
Un error típico a la hora de construir un tablero de comando que mida el desempeño de la cadena de valor es tentarnos a incluir demasiados indicadores.
Tener que vigilar y controlar muchos KPIs al mismo tiempo es tien un alto riesgo. Además es ineficiente y nos saca de foco al entorpecer las operaciones y el pilotaje de la cadena de suministros.
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La primera restricción es la financiera. En el momento en que decidimos montar un negocio no tenemos el poder de elegir cuánto vamos a vender, pero sí podemos elegir cuánto estamos dispuestos a invertir.
Desde el principio, la limitante al deseo de querer vender más es la disponibilidad de dinero (tu presupuesto) que en algún momento se convertirá en semielaborados o productos finales, que llamaremos inventario.
Y entonces, ¿qué es lo mejor que nos podría pasar en función de nuestro inventario? Creo que la respuesta al unísono sería: que no permanezca detenido y fluya lo más rápido posible del origen al cliente final, acortando los plazos para recuperar nuestra inversión.
Es aquí donde nace nuestro primer KPI de logística clave y es el que mide qué tan rápido pasan los productos por la cadena hasta convertirse en algo que genere retornos, el cual llamaremos rotación del inventario.
Este indicador nos permitirá monitorear la velocidad a la que se consume nuestro inventario y representa cuántas veces se renueva en un periodo de tiempo determinado (generalmente se calcula por año).
Resumiendo, podemos decir que la rotación del inventario monitorea la velocidad con la que nuestro inventario fluye en nuestra cadena de suministro hasta que llega al lugar donde comienza a generar ingresos. Mientras más rápido, mejor.
La ventas son la segunda restricción. Suponiendo que superamos la primera restricción y contamos con el capital financiero para empezar a vender, lo segundo que buscaremos es maximizar nuestros ingresos, que en lenguaje logístico se entiende como no perder ventas.
Que la demanda es la que manda no es noticia, y el desafío de poder abastecer tanto como sea posible requiere no solamente del capital financiero, sino además de una planificación casi quirúrgica que nos lleve a disponer del mix de productos adecuado, en lugar y momento donde se genera la demanda.
En otras palabras, la disponibilidad del inventario mide la capacidad de nuestros procesos de atender a la demanda (conocida también como nivel de servicio) y se puede calcular como:
Lo ideal de nuestra cadena de suministro no es solo que pueda abastecer la demanda, sino que además pueda hacerla crecer, potenciarla e impulsarla.
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Por lo general en un mercado creciente, una buena disponibilidad de nuestro inventario puede traducirse de manera ágil en un incremento de las ventas, siempre y cuando nuestro producto cumpla con las especificaciones del cliente.
Por más que tengamos un negocio que logre abastecer de forma satisfactoria la demanda, con un alto nivel de rotación de inventarios (supongamos que compramos y vendemos los ítems al instante), el sistema no será sostenible económicamente si los costos de los procesos son mayores que los ingresos.
El costo de operar una cadena de valor de punta a punta podría definirse y especificarse como el ratio en función de las ventas o de los ingresos. De esta manera tenemos un KPI de logística de qué tan eficientes somos con nuestros recursos. Como ya hemos hablado en otras oportunidades, la mejor manera de lograr la eficiencia en nuestros procesos es analizándolos y eliminando aquellas tareas que no agregar valor.
Si queremos que los indicadores anteriores se ajusten a nuestros objetivos, debemos apoyarnos en una planificación sólida y detallada que permita que nuestra cadena de suministro funcione aceitada y sincronizada, donde se compre lo justo y lo necesario en los tiempos requeridos (precisión en fechas de compra y entrega), con la capacidad justa y abasteciendo un mix de productos adecuado a la demanda del mercado.
En este punto, la variabilidad de los pedidos en cada eslabón a lo largo de la cadena es un factor clave a tener controlado para evitar la desincronización de los integrantes de la cadena (efecto látigo) donde los patrones de suministro no coinciden con los patrones de la demanda, acumulado inventario en algunas etapas y escaseando en otras.
Por otro lado, también debemos tener un nivel de precisión adecuado en la información con la que contamos de nuestros inventarios , ya que es la base de los indicadores que hemos detallado anteriormente. Si esta información no es veraz, será inútil para la toma de decisiones asertivas.
En breves palabras, podemos decir que si nos enfocamos en minimizar el capital de trabajo detenido en inventario, atendiendo el máximo de la demanda y al menor costo operativo de principio a fin, lograremos tener un buen desempeño de nuestra cadena de suministro.
Por el contrario, si el desempeño no es el esperado, lo que primero debemos entender es cuál de los KPI de logística está fuera de especificación y la causa del desvío. Dependiendo cada caso, el análisis en esta etapa deberá ser exhaustivo y puede que nos lleve un esfuerzo considerablemente alto resolverlo.
Para que eso no suceda, y que por el contrario podamos ser proactivos a la hora de diseñar nuestros procesos operativos, debemos focalizar todos nuestros esfuerzos en mejorar constantemente la planificación del abastecimiento y las operaciones para poder lograr una cadena de suministro esbelta.
Sobre este último punto nos centraremos en nuestra próxima nota de Atlas Consultora donde abordaremos de lleno el ejemplo a seguir de la manufactura esbelta: el sistema de producción de Toyota.
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